Boris Yeltsin murió el 23 de abril pasado. Era un hombre de contradicciones y podríamos decir que un líder más humano que aquellos enormes megalitos tipo Stalin o Lenin que en su tiempo fueron considerados -y adorados- como perfectos. El mismo hombre que salió a defender la democracia para exigir la liberación de Mikhail Gorbachov, que se enfrentó a los tanques y que dirigió a la gente que clamaba por "Gorby", luego le dio la estocada final. Recuerdo muy bien la imagen de Gorbachov dando un discurso ante el Politburó en el que lo interrumpió Yeltsin para obligarlo a firmar la independencia de la República Federada de Rusia -o algo así. Y con ello ocasionó el fin de la URSS.
Luego, el mismo gordito simpaticón que no se despeinaba nunca se convirtió en presidente de Rusia y acabó enfrentado con tanques y todo, con el Parlamento. Aún así, quedó con matiz de demócrata, y en cierto modo, una versión rusa del presidente teflón. Se zafó de los errores de cálculo que cometió al adjudicárselos a sus Primeros Ministros. En el lapso de 3 años tuvo 5 ó 6 Primeros Ministros. Él, que consiguió de manera pacífica la independencia de Rusia se la negó a sangre y fuego a Chechenia, en una guerra que sigue a la sombra de la prensa internacional.
Mientras se decía adalid de la democracia y sus valores, Boris Yeltsin entregó el país a los oligarcas. En un país donde hasta hace unos meses la gente ganaba un sueldo fijo, ¿cómo pudieron algunos tener dinero para comprar empresas paraestatales y luego volverse ultra-megamillonarios? Es pregunta.
Al final, Yeltsin se consiguió un retiro plácido al garantizarse impunidad para no ser investigado por la forma en que repartió las jugosas empresas de la URSS. El último Primer Ministro que nombró y que le salvó de la ignominia al vencer en Chechenia -según sus propios reportes- y en las elecciones internas, Vladimir Putin, acabó siendo más fuerte que el mismo Yeltsin y no sé si decir que lo destronó, pero fue el beneficiario de su retiro. El día del anuncio me llamó la atención que Yeltsin apareciera despeinado y con la ropa en desorden. Porque incluso el día que lo llevaron al hospital para hacerle su quintúple bypass, o una de las múltiples veces que le dio pulmonía, estaba impecablemente peinado y arreglado, con su sueter de cuello V en orden. En fin, parece ser que finalmente el alcoholismo le ganó la batalla. Descanse en paz, ¡salud!