viernes, agosto 05, 2005

El infierno hace 60 años

Keiko Ogura tenía 8 años cuando los americanos detonaron la primera bomba atómica de la historia en Hiroshima. En una entrevista a la BBC (http://news.bbc.co.uk/2/hi/asia-pacific/4739615.stm) narra cómo vivió el impacto de la bomba y el infierno que vino después. Las escenas de los sobrevivientes que pasaron por su casa pidiendo agua, a quienes ella describe como fantasmas a los que la piel se les caía en pedazos debido a las intensas quemaduras, son verdaderos relatos de ultratumba. Otros sobrevivieron la catástrofe para contarla, para ser llamados "hibakusha" y ser discriminados por el contagio a los efectos de la radiación y sabe qué tantas cosas más.

Afortunadamente, no se han vuelto a detonar más bombas atómicas después de Hiroshima y Nagasaki. Pero se han incrementado y prefeccionado las armas de destrucción masiva. El club de la muerte también se ha ampliado y ahora el juego es ver quién aguanta más sin usarlas, como un instrumento de disuasión que detiene a los estados, pero no a los terroristas y sirve para justificar guerras que de otro modo no serían posibles.

Muchos académicos han escrito sobre la disuasión y su efecto en la pacificación (o no) del mundo. Recientemente otros han comenzado a estudiar si era necesario detonar estas bombas (what if) y la respuesta parece ser: no, los japoneses seguían dando guerra, pero no tenían mucho con qué pelear, sólo que alguien en Estados Unidos estaba ansiosos por terminar el conflicto y alguien sugirió probar la nueva arma (que nunca se había detonado en blancos civiles). Robert McNamara habló de esto en "The Fog of War" y vale la pena repasarlo, junto con "Apocalypse Soon" (para Foreign Policy). Muy importante en nuestros días.