viernes, agosto 26, 2005

Canadiana

El sábado volví de Ottawa. Era mi primera vez en Canadá, después de ese frustrado deseo de intercambio académico en 1995 -gracias al "error de diciembre" y un par de propuestas de viaje a Pepe que siempre fueron intercambiadas por destinos más exóticos.

Bueno, Canadá me pareció precioso y con lo que todo uno espera de un país del primer mundo -EXCEPTUANDO en mayúsculas la organización del Congreso-: es limpio, ordenado, bonito, políticamente correcto, multicultural, sin conflictos. Entiendo porque Canadá pertenece a esa clase de "felices pueblos de historias aburridas". En parte, porque hacen taaaaaaan difícil el acceso a su historia: los libros son complicados y no se pueden comprar en todos lados.

Ottawa es preciosa, están los edificios tradicionales que mezclan la herencia británica con la francesa, hay muchos rinconcitos muy bellos por todos lados. La comida es rica -probé un salmón preparado con vinagre, aceite de oliva, alcaparras y espaguetti de lo más delicioso-.

En fin. Los canadienses son un amor: buscan ayudarte y siempre te sonríen. El multiculturalismo de Ottawa es impresionante. Te hablan en inglés o francés inmediatamente y algunos hasta tratan de hablarte en español -con una excelente pronunciación- cuando ven que es tu idioma natal.

Me quedé con ganas de más de Canadá y de Ottawa. Afortunadamente, Pepe también. Investigó sobre Ottawa y le gustó mucho, así que espero que la próxima propuesta de viaje sí se me haga ir a Ottawa, Montreal, St. Laurence, etc. Vale mucho la pena. Lo que no entiendo todavía es porque no se integran más al continente.